lunes, 12 de marzo de 2012

LAS TARDES DE ENERO

Va cayendo la noche: La bruma ha bajado a los montes el cielo: Una lluvia menuda y monótona humedece los árboles secos. El rumor de sus gotas penetra hasta el fondo sagrado del pecho, donde el alma, dulcísima, esconde su perfume de amor y recuerdos. ¡Cómo cae la bruma en en alma! ¡Qué tristeza de vagos misterios en sus nieblas heladas esconden esas tardes sin sol ni luceros! En las tardes de rosas y brisas los dolores se olvidan, riendo, y las penas glaciales se ocultan tras los ojos radiantes de fuego. Cuando el frío desciende a la tierra, inundando las frentes de invierno, se reflejan las almas marchitas a través de los pálidos cuerpos. Y hay un algo de pena insondable en los ojos sin lumbre del cielo, y las largas miradas se pierden en la nada sin fe de los sueños. La nostalgia, tristísima, arroja en las almas su amargo silencio, Y los niños se duermen soñando con ladrones y lobos hambrientos. Los jardines se mueren de frío; en sus largos caminos desiertos no hay rosales cubiertos de rosas, no hay sonrisas, suspiros ni besos. ¡Como cae la bruma en el alma perfumada de amor y recuerdos! ¡Cuantas almas se van de la vida estas tardes sin sol ni luceros! Comentario personal: el poeta va recordando el pasado comparandolo con el invierno, en el que predomina la tristeza frente al verano en el que predomina la alegría. En el invierno predominan más los recuerdos tristes y la melancolía, mientras que compara el verano con sonrisas y besos.

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